Esta ternura y estas manos libres, ¿a quien darlas bajo el viento ? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado la ansiedad de esa puerta abierta para nadie.
Hicimos pan tan blanco para bocas ya muertas que aceptaban solamente una luna de colmillo, el te frio de la vela la alba.
Tocamos instrumentos para la ciega cólera de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos con los presentes ordenados en una mesa inutil,
y fue preciso beber la sidra caliente en la verguenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,nadie?
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