
Verano en Mar del Plata.
La selección de Polonia le ganaba a River 4 a 2. Era un amistoso pero se jugaba a muerte. El equipo del Bambino que se perfilaba para un año inolvidable caía goleado. Había varios terribles jugadores jugando ese 8 de febrero de 1986 y un Bambino Veira de melena rubia dorada los dirigía con airada pasión desde el costado.
Faltaban 6 minutos para terminar cuando Enzo Francescoli acortó las distancias haciendo su segundo gol de la noche. Con el 3-4 el partido se puso caliente, los polacos retrocedieron y casi con el tiempo cumplido Ramón Centurión lo empatópara delirio de la gente que colmaba el estadio mundialista. Los polacos (base de la selección que pasaría de ronda en el mundial de Mexico que se jugaría meses mas tarde) no lo podían creer, miraban atónitos como se les iba el partido de las manos. Aunque claro, para ellos y para muchos, era simplemente un amistoso. Nada más.
Pero apareció Francescoli.
Apareció Francescoli por ultima vez en la noche y dejó rubricado su nombre en el altar millonario para siempre. Si me parece exagerado? No, para nada.
Norberto Alonso pateó el tiro libre desde la derecha cuando ya se jugaban 3 minutos de descuento. La pelota en forma de centro buscaba al cabezón Ruggeri que entraba por el fondo para bajarla. El milagro debería haber sido un rebote, una pierna salvadora en el tumulto. Pero no, había algo más preparado, una sorpresa brillante. Enzo, llegó, la paró de pecho y así, de espaldas a arco, le dió de chilena y la clavó en el segundo palo. 5 a 4. No se si creerme ahora, pasaron 20 años, pero durante un segundo (un segundo demasiado largo para ser solamente un segundo), me pareció que al estadio lo invadía un silencio profundo. Me pareció hasta escuchar a la pelota raspando las redes del arco que defendía un gigante arquero polaco que nunca va a olvidar ese momento. Era gol. Un gol increíble. Impensado, soberbio. Enzo se levantó rápido y al ver su obra salió disparado para el costado de la cancha, sector del banco de suplentes. La gente tardó en reaccionar, cómo se grita un gol así? De qué manera? Todo parecía poco. Todos querían correr y hacer algo, algo urgente. Expresar eso: alegría. Algo incontenible. Trás el principe uruguayo salieron en carrera todos. Karabin, Alonso, Gallego, Ruggeri. Tengo grabada la imagen del Bambino, de saco, saltando enloquecido. Sabría Francescoli en ese momento que se le estaba reservando un espacio en el privilegiado sitio de la memoria colectiva riverplatense? Seguro, la revancha le golpeaba la puerta. Por eso esa mueca en su sonrisa, por eso todos los que veíamos estabamos agradecidos. No siempre pasan delante de nuestros ojos esas cosas de las que todos va a hablar por años. Y era solamente un amistoso.
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