
La sensación que me produjo verlo fué como como un paralelo con Bob Geldorf afeitandose las cejas en The wall. Llevaba un gorro de lana que le cubría la frente hasta el borde de las pestañas. Los ojos, como siempre, desvariados e incomodos, brillaban. Flaco, contestatario, caliente, tambaleante como un viejo dinosaurio pero aún con los dientes afilados. Tener a Pil a un metro de distancia es una sensación imposible de olvidar.
Estuve el viernes en La Plata en ese Pub, pero también estuve un poco en el Parakultural o en Arlequines del 89. El aire Violadores y esa locura repetitiva e increiblemente intacta, llevada ahora adelante por chicos post punks o punkies argentinos de 18 años o lo q carajo sean, no remite a otra cosa que al pasado.
Al establishment del Rock no le interesa Violadores decía Pil al frente una banda afilada y con mucha energía, y los chicos saltaban al ritmo de un pogo furioso. Chicos pero tambíen grandes. Una década hacía que no escuchaba Mercado Indio? 12 años sin ver al viejo Violadores de Stuka y Pil? o más? Sin Stuka -con el Tucán-, con Piltrafa, la mística, aunque quizas oxidada, sigue siendo esa: la de grudos más bolches la quiero para mí. El punk, el discurso de las utopías, la coherencia. Y otra vez el punk.
Tengo a partir del viernes algo para contar: Pil se subío a la baranda y se apoyo en mi hombro, y nos cantó a todos: Yo siempre estoy fuera de sector, tal vez no estuve nunca mejor.
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