1.3.07

catarsis

Qué hago si no contestas, qué hago yo en medio de esta espera inmovil, de estos minutos chuecos. Quién vendrá a levantar estas sombras muertas, los contornos tallados en el piso, siluetas de un cuerpo que acostumbraba a correr y que ahora hace suplencias de estatua. Quién te dirá la verdad, quién te hará saber lo que no pude decir. Cómo explicaría un error semejante, cómo mentir a los dos sin dejar caer de la capa los trucos viejos y cansados de un mago viejo y cansado. Qué hago si me refriego y no puedo sacarme este estúpido olor. Que hago con los sueños cojos, con los planes insensatos. Ey, qué hago con los libros que te nombran, con las canciones que el poeta nuestro te escribió en los 80, con las letras que te nombraban cuando aún estaba en la escuela y yo no sabía a quién se las estaba cantando. Entonces, qué hago con tu nombre, no puedo permitir que nadie lo usurpe, tendré que justificar asesinatos en todo caso o volver a correr.
Qué hago si no me contestas. Que hago si persistis en no subirte a mi plan incomprensible. Qué hago si nuestras locuras se repelen. Qué hago sin tu voz, sin tu latencia en mi ambiente, sin tu presencia fantasma aleteando entre mis dolores enquistados. Qué hago sin un manual, sin un consejo, sin una fuente de energía. Hoy ya no soy yo, me entendes? me recordas? Qué hago sin la frescura de tu casa, sin tu silencio, sin tus preguntas a medias, sin tus paredes marcadas, sin la marca que el sol te dejó, sin tu estrella negra, sin tu negación, sin la estúpida sonrisa mía en el espejo del bondi. Que hago con el souvenir que quedó latiendo en mi cabeza. Qué hago sin tenerme cerca siendo yo ahora muy diferente a quien era cuando estaba con vos.
Si no hay respuestas: Esperame, estoy esperando aprender a compartirte, estoy esperando aprender a cederte, estoy esperando aprender a perderte, estoy esperando aprender a olvidarte.
Así debe ser la catarsis.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre me sorprendió saberte escribidor de cosas naturales, de las cotidianidades de la poesía, o las cosas muy poéticas de tu cotidianeidad de viajante de tren...
Me ha sorprendido saberte persona culta, interesada y debatiente entre paredes de microcentro y me sorprendió saberte inconfortable en ambientes cúbicos.
Hoy brindo por vos, por las aristas mías que hicieron sinopsis con las tuyas, y las aristas tuyas que se chocaron con las mías.
Ha sido un verdadero placer, y creo haberlo merecido.

Te mando un beso, Rodrigo. Con todas las letras, por ese verdadero placer. Que espero seguir en contacto con tu poeta, con muchas cosas tuyas, te pongo en ese compromiso.