Decidí hablar de sensaciones. Me pareció más provechoso, menos distante que una mera crónica. Dos cosas me decidieron a hacerlo: La primera, y menos importante, estos shows de Los 7 Delfines en Niceto se vienen pareciendo peligrosamente, y más para esas personas que tienen la memoria frágil como yo. Poco aporta decir que tocaron tal o cual tema, que estaban vestidos de cierta manera o que el sonido fué bueno o malo.
La otra razón es la más importante, en lo personal. Alguien me dijo que estaba escribiendo frío, como desde afuera, sin involucrarme. Leyendo entre lineas me di cuenta lo que me había querido decir. Estaba escribiendo mal. Qué sentido tiene entonces saber de entrada que voy a escribir algo malo. Quién leería algo malo. Ya no soy un profesional, dice Richard, puedo hacer lo que está bien. O permitirme creerlo.
Empecemos de otra manera entonces. No quiere decir que esto se convierta en algo bueno, pero al menos, escribir desde ese convencimiento es algo que me convida a hacerlo con ganas.
Lista.
El escenario a oscuras, asistentes moviendose entre el humo y la ansiedad, personas que seguro deseaban en ese momento ser invisibles -no comprendo porqué los putean-, ellos alistan, verifican, solucionan los ultimos detalles. La lista queda pegada a los pies de los micrófonos a escasos centimetros de mi vista. Sí, estoy al pie del escenario, más cerca que nunca. Vi a alguien sacarle una foto, excelente idea para este momento. Lo copié. Esa foto está en la cámara de Tomás, un amigo que se ofreció para tal cometido.
Aventura.
Ese alguien que se llevó mi diskman en en verano en Cordoba -sin avisarme y sin mi permiso, reverendohijodeputa- jamas pensó que el disco de la ruleta que estaba adentro iba a ser más extrañado que el mismo diskman que ya tan mal andaba. Ese disco recuperé el viernes, aunque sin el mismo arte de tapa que el original. Ese disco escuché antes de dormirme en casa a las 4 AM. No es fanatismo, es reencuentro.
Traje.
Richard entra con su traje negro, Braulio toma asiento enseguida. Soto y Lentino ocupan los extremos. Unmo a la derecha, el otro a la izquierda, como siempre. Prueban sus armas, no demasiado, hay seguridad que todo funcionará. En sus caras se ve la distensión propia que quien ha pisado antes el mismo campo de batalla. Empieza todo. Y son sólo las 11 de la noche.
Ruido.
El sonido es dispar. Mi ubicación, la mia, la de Tomas, la de Guillote -maestro, gracias x la entrada- es estupenda en cuanto a lo visual, ahí está el calor, el pogo. La ubicación de Marisú y JEL, unos metros atrás, es mejor sónicamente hablando. De cerca nos envuelve el sonido stage, más crudo, sonido a ensayo bien potente, a ellos les cae encima el vomitar de los parlantes de alto, la mezcla final. Creo que ellos se llevaron la mejor parte.
Princesa.
El show avanza y navega entre la intrascendencia a veces y la fuerza otras. Richard canta con soltura y clase, su memoria no lo acompaña y varias letras también naufragan. Soto es efectivo -sus solos parecen simples, su sonido impecable-, y Braulio y Lentino están tan acostumbrados a construir la pared de la base que la dibujan y la destruyen a su antojo, y en un mismo instante.
Entonces digo, esto está igual que siempre justo cuando ella sube al escenario. Ella y su pollera negra, traslucida. Ella y su sonrisa inquietante. Ella y su magnetismo, su historia. Y el resto desaparece, el escenario desaparece y ella queda bailando en el aire. O no, sí el escenario ya no está, pero ella no baila, ella se mueve como si intentara acariciar el aire que no se atreve a rozarla. Ella y sus autos se mueven sobre una cama que obliga, ella dice que ya aprendió a conocer la velocidad pero sus contoneos son suaves y lentos. Richard la presentó como la princesa dark, pero su figura es atravesada por miles de brillos que antes ahí no estaban. Su voz acaricia las paredes, las paredes de todos nosotros, nuestra piel, su dicción nos recuerda lo mortales que podemos llegar a ser. Miente, y miente siempre deliciosa. Exageración? No estuviste ahí si pensás eso. O no estuvista allá, en los 80 cuando ella era solamente Celsa Mel Gowland.
Travel.
Desde el fondo de la escena, imágenes se atropellan. Arboles en blanco y negro, rutas que avanzan y parecen extender las paredes de Niceto. Los delfines se nueven entre ellas y parados adquieren una velocidad que cautiva y transporta. Storni vuelve a salvarse, y en el jardin alguien cava y suda, otros saludan con una sonrisa falsa al espejo, y yo, por segunda vez me dejo llevar. A veces las formas se entienden sólo así -ella es el plano-, a veces uno deja de pedir y comprende la sed desde otro punto de vista. Es saludable sorprenderse, a veces es tan simple volar.
Diálogo.
Cuando las luces rojas descansan, Richard habla y contesta, le piden, se desdicen, el contesta, se ataja, se contradicen y morimos en nuestra ignorancia y verguenza ajena. A él le importa ahora su ahora, le importa su cuerpo, su voz, su música. Los delfines no son sus delfines, ahora él es un delfin más. Por eso promete novedades auspiciosas, por eso pide que estemos ahi por un tiempo más, que "soportemos" esta suerte de remezcla, esta aventura extended play. No es momento para preguntarse qué tan fieles podemos llegar a ser.
Lista.
No hubo Heroes, Bowie no pasó por Palermo. Gustavo miró desde el Vip y le gustó eso de ser mirado desde el Borde con atención por más de uno a todo momento. No hubo boleto a Marte. Promesas para otra vez. Saludos, final. Gusto a poco? A veces es necesario quedarse con hambre. A mi con ese sabor a Fricción que me acompaña hasta hoy es más que suficiente.
Telón.
Volvieron las luces. Marisú sintió que el telón del show impactó en ella de una manera especial. En forma de proyectil, un proyectil astillado, una madera alargada y maltratada, repleta de huellas digitales de Braulio.
Especial.
Después de un Post delicioso con amigos de latitudes sorpresivas, puse rumbo al lejano oeste. En el camino me para la ley. El 'Documentos por favor' me sonó conocido. Dos minutos de espera, algo verificaban por radio. Muchas gracias, me dijo. No hubiera quedado bien que me cayera de culo adelante de él. Una noche especial, sin dudas. Esto no será fácil de olvidar.
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